lunes, 20 de enero de 2014

Cómo Aislar correctamente un horno de leña exterior

 (o también conocido como "El Horno de leña y la madre que lo trajo")


 

   Hace un par de meses me compré un horno de leña de tipo moruno (el clásico de toda la vida en mi zona). Inicialmente mi intención era comprar uno de los que están basados en el barro de Pereruela, puesto que todo lo que consultaba a través de la web indicaba que eran los mejores, pero dado los precios que estos tenían (sobre 1700€), y que mi mujer no estaba muy de acuerdo en la inversión, al final me compré uno que me aconsejaron en un almacén de construcción de la zona, y que costaba 350€.

    Yo pensaba que había hecho el negocio del siglo, pues no entendía la diferencia de precio tan abultada ante unos artefactos que, al menos por fuera, parecían casi iguales. Pero en cuanto lo probamos unas cuantas veces, nos dimos cuenta de donde estaba el kit de la cuestión: El aislamiento no era el mismo ni de lejos. En un horno de Pereruela, la publicidad dice que se puede sobrepasar los 500º en su interior sin que te llegues a quemar poniendo la mano en la pared exterior del horno. En el mio, a 300º ya no podías tocarlo, con lo que en cuanto se apagaba la llama, empezaba a perder calor muy rápidamente, de forma que en 40 minutos habías pasado de una temperatura interior de más de 300 grados a otra de algo más de 100.

   Con ese problema de no mantener la temperatura, pocas comidas se pueden hacer, así que después de arrepentirme y darme de cabezazos por la fantástica compra hecha, me decidí a re-aislar el horno de forma conveniente. Yo no soy albañil, y mis conocimientos al respecto son muy básicos, pero el resultado ha sido notable. Y si lo he hecho yo, cualquier otra persona con el mismo problema lo puede hacer también sin mucha dificultad.



   Este es el horno tal y como originalmente venía, sobre una base de bloques que me colocaron unos amigos a cambio de los correspondientes asados, algunos de los cuales tuvimos que acabar en el horno eléctrico por el problema comentado.

    Lo primero que tuve que hacer es incrementar la propia base del horno, para tener espacio a los lados sobre los cuales construir todas las capas aislantes. Para ello en mi caso, hice unos taladros en los laterales a cada 10cm aprox. de distancia entre ellos, y les metí unas varillas de hierro de 20cm de forma que quedara dentro del forjado 10cm y fuera otros 10cm. La parte de la varilla que va dentro hay que pegarla con una resina epoxi hierro-cemento, que venden en los almacenes de construcción y que se aplica en los agujeros de los taladros mediante una canula que une los dos componentes.

Una vez puestas y secas las varillas, mediante tablones y maderas hice un encofrado para la mezcla de arena, grava y cemento y las rellené (la proporción en peso es de 50% grava pequeña, 25% arena de chinchilla, 15% cemento de forjado y 10% agua). Al final, después de una semana retiré el encofrado y ya se quedo listo. Yo lo hice con cemento negro, pero a cosa pasada la verdad es que hubiese sido mejor usar cemento blanco. Tiene la misma dureza y habría quedado mejor.

      Y empezamos con el aislamiento. La primera capa que le puse fue de lana de roca, la cual tiene un poder de aislamiento verdaderamente alto. Viene a costar sobre 15-17€ el metro cuadrado. La que yo utilicé era de 3cm de espesor, y tenía un lateral con una especie de papel de aluminio. Ese lado es el que tiene que ir pegado al horno. Para ponerla, me ayude de un cable para sujetarla al horno, que luego retiré, una vez que puse la malla de gallinero.



Con una cuchilla, se vacia la lana en los sitios en los que finalice, como la puerta o la chimenea. En mi caso, como la tapa de la chimenea estaba muy cerca de la superficie, era importante no engordar el horno demasiado en esta zona. 



Una vez colocada toda la lana, (rellenando los huecos que nos queden con los retales que vayamos cortando), llega el turno de colocar la malla de gallinero, que utilizaremos como base para hacer el forjado de arlita. Se puede comprar de varios tamaños de agujero. Yo la compre del pequeño, pero no lo recomiendo, ya que luego a la hora de poner el material no se cuela bien por los huecos de la malla y esta no se queda a la mitad de profundidad del forjado, que es como se debe de quedar.


Una vez puesta, la vamos aplastando de forma que se quede con la forma del horno. Las zonas en las que hay mucha malla amontonada se pueden cortar con la tenaza o los alicates para que no ocupen tanto espacio. Lo mismo con la puerta. Hay que cortar la malla para dejarla libre.



Y ahora, empezamos con la aplicación del hormigón del forjado, que haremos con arlita y mortero refractante (ambos se venden en los almacenes de construcción). La arlita es un material impresionante, basado en bolitas de barro muy porosas, las cuales gracias a esa propiedad, además de pesar muy poco, son muy buenas aislantes del calor, lo que lo hace ideal para nuestro horno.


 La arlita se vende en bolsas de 50 litros, y yo, para mi horno de 1,20m de diámetro, necesité algo más de una bolsa y media. Cada bolsa se debe mezclar con un saco de mortero refractante de 25Kg. No dejar la mezcla muy seca, ya que luego cuesta más ponerla en la malla. (tampoco dejarla demasiado liquida, que se resbala), y mojar bien la lana antes de poner la masa de arlita, sino no se pegará.



Ir aplicando la masa poco a poco sobre la malla, tratando de que esta se introduzca por los huecos para que haga forjado. Aquí hay un problema y es que debajo no tenemos una superficie dura, sino la blanda lana. Es imprescindible no apretar demasiado con la espátula, y hacerlo en varias veces, poniendo una capa, esperando a que seque, y poniendo la siguiente.



Poco a poco iremos recubriendo la totalidad del horno, consiguiendo en mi caso un grosor del forjado de 3-4cm. A su vez, a cada capa que se pone, se va incrementando la dureza. Con la primera parece que se va a romper, pero cuando esta terminado y se ha dejado secar un par de días, la cosa cambia.



Importante es no engordar demasiado la zona de la tapa de la chimenea, y siempre dejar algo de caída para el agua que se almacene en esa zona si llueve y tenemos el horno a la intemperie.


Una vez puesta la arlita (izquierda), se le debe de poner una capa de solo mortero refractario (derecha). Le dará más dureza y nivelará los huecos que hayan quedado entre la arlita para luego aplicar la última capa que queda.

Con todo lo anterior, nuestro horno contará con un aislante incluso mejor que los de los hornos profesionales de Pereruela, ya que hay que recordar que aparte de los aislamientos que le hemos colocado, estaba el suyo propio, que aunque no sea maravilloso algo hace.


Por último, nos queda la capa de protección contra la intemperie. Esta la daremos aplicando un mortero de cemento hidrófugo, de forma que no nos servirá para temas de aislamiento, pero si para repeler el agua en caso de que llueva y nuestro horno se moje. Esta es la última capa, con lo que hay que esmerarse y dejarla bonita. Pasar una esponja mojada cuando la capa esté ya casi seca nos quitará la mayoría de las pequeñas imperfecciones y nos dará un acabado "profesional".




Y este es el resultado final. El horno ha engordado cerca de 7cm por cada lado (3 de la lana, 3 de la arlita y 1 por los morteros usados), y ha quedado listo para su uso. Eso si, para desespero de los gorrones de mis amigos, hay que esperar entre tres y cuatro semanas para que seque bien, y encenderlo primero a poco fuego, pues en caso contrario, se puede llegar a resquebrajar. Si esto os ocurre, rellenar las grietas con un poco de masilla de cal y quedará como nuevo.

Y Buen provecho...!!!!